¿Cuáles son los 4 tipos de drogas según su clasificación? Las drogas son sustancias de origen químico o natural que afectan a nuestro estado físico y mental. Mientras que muchas drogas se utilizan para tratar muchas enfermedades, algunas drogas se buscan para un uso recreativo, no médico, debido a sus efectos psicoactivos y también pueden ser ilegales.
Las drogas más utilizadas se clasifican en cuatro categorías principales. Estas sustancias presentan una amplia gama de efectos, que pueden ser de corta o larga duración. Sin embargo, la característica que comparten todas ellas es el riesgo de desarrollar una dependencia o un trastorno por consumo de sustancias con el consumo continuado.
¿Qué sustancias se consideran drogas?
Las drogas son sustancias o compuestos que interactúan con la química cerebral, provocando determinados efectos. Cuando no se necesitan por una situación médica, el consumo de drogas está impulsado por el deseo de experimentar un subidón del estado de ánimo. Estos efectos pueden incluir una sensación de euforia, relajación profunda, una explosión de energía, un aumento de la confianza o una ruptura temporal con la realidad. El sistema de recompensa del cerebro tiende a registrar estos efectos como algo deseable que debe experimentarse de nuevo.
Dependiendo de la clase de droga, las sustancias químicas activas también pueden tener un potente efecto sobre el sistema nervioso central, provocando cambios físicos en el funcionamiento del organismo. Algunos ejemplos son:
- Cambios en la frecuencia respiratoria.
- Cambios en el ritmo cardíaco.
- Bloqueo de las señales de dolor.
- Cambios en la temperatura corporal.
- Pérdida de coordinación.
- Efectos alucinatorios.
- Cambios en el ritmo de movimiento del cuerpo.
- Cambios en el apetito.
- Alteraciones significativas en los patrones de sueño.
Las vías cerebrales pueden alterarse una vez que se establece un patrón de consumo continuado. En estos casos, el cerebro se vuelve dependiente de los efectos químicos de la droga para la producción de dopamina. Esto acaba provocando que el individuo quede atrapado en una dependencia química conocida como adicción.
¿Cuáles son las diferentes clases de drogas?
Existen cuatro clases básicas de drogas recreativas de abuso. Algunas de ellas son medicamentos legales y otras son sustancias ilícitas sin ningún valor medicinal.
Los cuatro tipos de drogas son:
Los depresores se unen a los neurotransmisores del cerebro y aumentan los niveles de ácido gamma-aminobutírico, cuando aumentan los niveles de este ácido se suprimen las señales de las células nerviosas, lo que provoca una sensación de relajación profunda. Algunos ejemplos de depresores son el alcohol, las benzodiacepinas, los barbitúricos y los hipnóticos.
¿Cómo se utilizan las drogas depresoras?
El modo en que se utilizan depende del tipo específico de depresor. Por ejemplo, el alcohol se bebe y las benzodiacepinas suelen tragarse, pero también pueden inyectarse.
Tipos de depresores
Entre los fármacos clasificados como depresores se incluyen:
- Barbitúricos.
- Benzodiacepinas.
- Hipnóticos no benzodiacepínicos.
Barbitúricos
A veces denominados depresores, son un tipo de depresores del SNC que provocan euforia y relajación cuando se toman en pequeñas dosis. Durante la primera mitad del siglo XX, estos fármacos se consideraban seguros. Sin embargo, pronto se hicieron evidentes los problemas de adicción a los barbitúricos y las sobredosis mortales. Dado que el potencial de abuso es tan alto, ya no se utilizan tan comúnmente como en el pasado.
Los efectos negativos de los barbitúricos incluyen alteraciones de la memoria, el juicio y la coordinación, junto con un aumento de los sentimientos de irritabilidad, paranoia e ideación suicida.
Benzodiacepinas
Debido a su baja toxicidad y alta eficacia, estos fármacos se han utilizado como tratamiento a corto plazo de la ansiedad y el insomnio. Las benzodiacepinas suelen considerarse seguras a corto plazo. Esto se debe a que su uso prolongado, más frecuente en los adultos mayores, puede provocar tolerancia, dependencia y síntomas de abstinencia al dejar de tomarlas.
El síndrome de abstinencia de las benzodiacepinas puede provocar ansiedad, irritabilidad o confusión, así como problemas para dormir y convulsiones. La reducción gradual de la dosis puede ayudar a reducir estos síntomas.
Sedantes hipnóticos no benzodiacepínicos
Una tercera clase de depresores son los hipnótico-sedantes que no son benzodiacepinas. Incluyen fármacos que favorecen el sueño. Los hipnótico-sedantes sin benzodiacepinas se consideran a veces más seguros que las benzodiacepinas, ya que tienen una semivida más corta y no afectan a los ciclos normales del sueño. Sin embargo, esta clase de fármacos sigue presentando riesgos.
Por ejemplo, un estudio reveló que los hombres mayores que toman un sedante-hipnótico no benzodiacepínico tienen un mayor riesgo de caídas. Estos fármacos también se asocian a un mayor riesgo de muerte por sobredosis, y el número de muertes por sobredosis va en aumento.
Usos de los depresores
Dado que estos fármacos ralentizan la actividad cerebral, los depresores pueden ser útiles para tratar el estrés agudo, la ansiedad, los ataques de pánico y los trastornos del sueño.
Las personas deben tomar depresores si así se lo ha aconsejado un médico profesional. Estos medicamentos pueden ser seguros si se toman según lo prescrito, si no se combinan con alcohol u otras drogas y si no se utilizan mientras se conduce o se maneja maquinaria pesada.
Cuando las personas empiezan a tomar depresores por primera vez, suelen experimentar sensaciones de somnolencia excesiva hasta que su organismo se adapta a la medicación. Además de sentir somnolencia o sueño, las personas que toman depresores también pueden experimentar:
- Disminución de la tensión arterial.
- Desorientación o confusión.
- Mareos.
- Mala coordinación.
- Pérdida de memoria.
- Respiración y frecuencia cardiaca lentas.
- Dificultad para hablar.
Los fármacos que aceleran el sistema nervioso central se denominan estimulantes. Estos fármacos de acción corta hacen que el cerebro produzca dopamina, lo que provoca una fuerte oleada de energía y confianza, así como una menor necesidad de dormir o comer.
Históricamente, los estimulantes de venta con receta se utilizaban para tratar el asma, la obesidad, los trastornos neurológicos y otras dolencias, antes de que se hiciera evidente su potencial para el abuso y la adicción. Desde el punto de vista médico, ahora sólo se recetan para unas pocas dolencias, como la narcolepsia, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y el tratamiento a corto plazo de la obesidad.
¿Qué son los estimulantes?
Los estimulantes son una clase de fármacos que aceleran los mensajes que viajan entre el cerebro y el cuerpo. Pueden hacer que una persona se sienta más despierta, alerta, confiada o enérgica.
Entender los riesgos
Es peligroso que cualquier persona tome medicamentos que no le han sido recetados. Los estimulantes aumentan la cantidad de mensajeros químicos naturales llamados norepinefrina y dopamina en el cerebro. Esto, a su vez, aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos, incrementa la glucosa en sangre y aumenta la respiración, lo que puede provocar latidos cardíacos rápidos o irregulares, delirio, pánico, psicosis, paranoia e insuficiencia cardiaca. También existe la posibilidad de sufrir un fallo cardiovascular (infarto de miocardio) o convulsiones mortales. Los estimulantes pueden crear adicción, en el sentido de que las personas empiezan a consumirlos compulsivamente.
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Opiáceos
Los opiáceos se utilizan para suprimir el dolor físico. Algunos opioides son de origen natural, como la planta de adormidera, mientras que otros se crean en laboratorio. Los opioides actúan uniéndose a los receptores opioides del cerebro, que bloquean las señales de dolor del sistema nervioso. Algunos ejemplos de opioides son la heroína, la morfina, el fentanilo, la oxicodona, la hidrocodona, la hidromorfona, la meperidina y la metadona.
¿Qué son los opioides?
Los opioides, a veces llamados narcóticos, son medicamentos recetados por los médicos para tratar el dolor persistente o intenso. Los utilizan las personas con dolores de cabeza y de espalda crónicos, los pacientes que se recuperan de una intervención quirúrgica o que sufren dolor intenso asociado al cáncer, y los adultos y niños que se han lesionado practicando algún deporte o que han sufrido lesiones graves en caídas, accidentes de tráfico u otros incidentes.
¿Cómo actúan los opiáceos?
Los opioides se unen a unas proteínas denominadas receptores opioides en las células nerviosas del cerebro, la médula espinal, el intestino y otras partes del cuerpo. Cuando esto ocurre, los opioides bloquean los mensajes de dolor enviados desde el cuerpo al cerebro a través de la médula espinal. Aunque pueden aliviar eficazmente el dolor, los opioides conllevan algunos riesgos y pueden ser muy adictivos.
¿Cuáles son los posibles efectos secundarios?
Entre los efectos secundarios de los opioides se incluyen:
- Somnolencia.
- Estreñimiento.
- Náuseas.
Los opioides también pueden causar efectos secundarios más graves que pueden poner en peligro la vida. Los siguientes pueden ser síntomas de una sobredosis de opiáceos y deben comunicarse inmediatamente a un médico:
- Respiración superficial.
- Ritmo cardiaco lento.
- Pérdida del conocimiento.
Además, si deja de tomar opioides de repente, a veces puede experimentar síntomas como nerviosismo o insomnio.
La adicción también es posible. Los opiáceos pueden hacer que el cerebro y el cuerpo crean que la droga es necesaria para sobrevivir. A medida que aprendes a tolerar la dosis que te han recetado, puedes descubrir que necesitas aún más medicación para aliviar el dolor, lo que a veces provoca adicción.
¿Hay distintos tipos de opioides?
Sí. Hay muchos tipos de opioides recetados que se conocen por varios nombres, entre ellos:
- Codeína.
- Fentanilo.
- Hidrocodona.
- Oxicodona.
- Oximorfona.
- Morfina.
Los distintos tipos de opiáceos son recetados por los médicos en distintas concentraciones y administrados de diversas formas, en función del paciente, la situación y el tipo y nivel de dolor. La heroína es una forma ilegal y altamente adictiva de opioides sin uso médico autorizado.
¿Cómo se toman los opiáceos?
Muchos opioides se toman en forma de pastillas, pero también pueden tomarse como pastillas o piruletas. Algunos se administran por inyección o por vía intravenosa, y otros pueden administrarse mediante un parche colocado en la piel o con un supositorio.
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Alucinógenos
Las drogas que alteran la conciencia o la percepción de la realidad se denominan alucinógenos. Estas sustancias, a veces llamadas psicodélicas, pueden ser de origen natural, como ciertas plantas u hongos, o creadas en laboratorio. Los efectos psicoactivos pueden incluir distanciamiento de la realidad, alucinaciones, paranoia, comportamientos violentos, percepciones distorsionadas, euforia, agitación y miedo. Algunos ejemplos de alucinógenos son la dietilamida del ácido lisérgico, la fenciclidina, la ketamina, la mescalina, la psilocibina y el cannabis de alta potencia.
Aunque los efectos de estas drogas varían mucho, todas cambian la forma de ver, oír, saborear, oler o sentir, y afectan el estado de ánimo y el pensamiento. En dosis elevadas, pueden provocar alucinaciones o ver, oír o sentir cosas que en realidad no existen. También cambian los pensamientos y sentimientos de una persona. Casi todos los alucinógenos son ilegales y los investigadores no consideran seguro ningún tipo de consumo.
¿Qué son los alucinógenos?
Los alucinógenos son un tipo de droga que cambia la conciencia de una persona sobre su entorno. También conocidos como psicodélicos, alteran los pensamientos y sentimientos de una persona. Algunos alucinógenos son de fabricación humana (sintéticos) y otros proceden de compuestos naturales que se encuentran en determinadas plantas y hongos.
Los efectos de las distintas drogas varían, pero todas afectan a los sentidos, los pensamientos y el estado de ánimo. Los alucinógenos se han utilizado durante siglos en rituales religiosos y curativos. Más recientemente, se utilizan con fines recreativos. Los profesionales sanitarios no consideran seguro ningún tipo de consumo de drogas psicodélicas.
Sin embargo, los científicos están estudiando la posibilidad de utilizar ciertos alucinógenos como tratamientos supervisados por un profesional sanitario para tratar enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad.
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